En 711, los musulmanes llegaron a la Península Ibérica, dado el deterioro del poder visigodo. La capital la establecerán en Córdoba.

En 755, llega a España Abd al-Rahman I, único miembro de la dinastía omeya sobreviviente de las persecuciones de los abasíes.  Al-Rahman funda el emirato de Córdoba que, en el siglo X se convertirá en califato. Las tres obras más importantes de este momento son la Mezquita de Córdoba, el Palacio de Medina Azara, y la Mezquita de Bab-al-Mardum.

La Mezquita de Córdoba, obra cumbre del arte califal, fusiona los elementos islámicos y los procedentes de la tradición artística de España, especialmente el arte visigodo y del romano. De los visigodos aprenden a utilizar el arco de herradura, aunque con un peralte mayor. Los romanos, a su vez, fueron importante fuente de inspiración para los musulmanes en varios aspectos: del Acueducto de los Milagros, en Mérida, se aprendió a combinar piedra y ladrillo, con lo cual introduce un juego cromático en la arquitectura.

Al-Rahman ordenó la construcción de una mezquita sobre una antigua iglesia visigoda (San Vicente), de la cual reutilizaron varios elementos como los fustes de las columnas, que podría haber sido de origen romano. La mezquita tenía once naves perpendiculares al muro de la quibla. Para conseguir un espacio luminoso se colocan sobre los arcos de herradura pilares que sujetan arcos de medio punto y elevan considerablemente la cubierta.

Con Abd al-Rahman II, se realizaron algunas remodelaciones: ocho tramos hacia el sur de la sala de oración, por lo cual se debió derribar el muro de la quibla; nuevos capiteles y decoración de algunas puertas.

Abd al-Rahman III fomentó intervenciones en la ampliación del patio y la erección de un alminar.

Bajo el gobierno de Al-Hakam II, período de gran prosperidad, se realizaron grandes obras en la mezquita: en 916 se amplio hacia el sur, nuevamente se derribó el muro de la quibla.  En la nave anterior al muro de la quibla se crearon arcos polilobulados y una cúpula delante del mihrab formada por arcos entrecruzados donde se colocó una cupulilla gallonada, así como capiteles.

El arco de la fachada del mihrab es de herradura, enmarcado en un doble alfiz -moldura que a modo de dintel enmarca un arco-.

El mosaico se utilizó para decorar el exterior del mihrab, para revestir el interior y la cúpula que antecede al mismo. Estos mosaicos fueron realizados por artistas bizantinos traídos a Córdoba. Placas de mármol recubrían algunas superficies. También son de destacar las exuberantes decoraciones vegetales y epigráficas.

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