El historicismo se desarrolló en Europa durante gran parte del siglo XIX. Ella tendía ala revalorización de los estilos del pasado, especialmente medievales.

Es la recuperación de estilos pretéritos, genéricamente denominados historicistas. La libertad creativa de los arquitectos, permitió incluso, fundir formas constructivas diversas, lo que generó la variante denominada eclecticismo.

La utilización de los estilos dependía, generalmente, de la función a la que se quisiera destinar el edificio: el románico fue preferido para las construcciones relacionadas con la justicia; el gótico y el románico, indistintamente, para edificios destinados a la enseñanza; el estilo clásico, para los dedicados a la política, y el llamado “estilo veneciano” para aquellas construcciones ligadas al comercio.

Por toda Europa se levantaron gran cantidad de edificaciones en uno u otro estilo. Construcciones ancladas en el pasado, aunque algunas emplearan el hierro como elemento secundario en zonas poco visibles.

Entre los arquitectos historicistas, el estilo que más aceptación tuvo fue el Gótico, especialmente en Inglaterra. El intento por rescatar este estilo se debe fundamentalmente a que los pueblos habían comenzado a sentir la necesidad de buscar sus raíces en el curso de la historia, de buscar el momento en que se configuran como nación.

El neogótico parte en el siglo XVIII de Inglaterra. Domina el gusto por el detalle pintoresco, existe entusiasmo por el arco apuntado y la atención se concentra sobre las formas decorativas menores. Agujas, tracerías y nervaduras de cruz son imitadas con evidente placer en las coloreadas e inquietas formas. No importa el conjunto, sino la idea original.

Inglaterra encabeza la nueva arquitectura: Chales Barry (1795-1860). Diseña el Parlamento de Westminster, siguiendo el modelo perpendicular o gótico perpendicular inglés del siglo XIV.

En el Pabellón Real de Brighton o Royal Pavillion (1818-1821), obra de John Hash (1752-1835), aparece por primera vez la columna de hierro en un edificio representativo. Esta obra, a pesar de la audacia en el empleo del nuevo material, no resulta tan original en su concepción estética, puesto que se inspira en la exótica India del recién creado Imperio Británico. Si bien puede ser definido como extraordinario conjunto oriental en el que se funden elementos bizantinos, góticos, chinos e islámicos. Esta disociación entre la estética y los nuevos materiales será una constante en todo el XIX. Será este arquitecto el defensor del concepto de pintoresco: la disposición asimétrica de las formas y la gran variedad de texturas.

Formado en Italia, el arquitecto británico James Wyatt (1747-1813), igual que Nash demostró su admiración por el arte oriental al construir una réplibca de la iglesia de Sana Sofía de Constantinopla en Londres: el Panteón de Regent Street, hoy desaparecido. Obra neogótica de gran delicadeza fue l caso de la Abadía de Fonthill. Apodado “Wyatt el destructor”, intervino en la restauración de catedrales inglesas.

La restauración del Castillo de Windsor, estuvo a cargo del arquitecto Augustus Welby Pugin (1812-1852), junto con Charles Barry trabajó en la construcción del Parlamento inglés.

Autor de Las siete lámparas de la arquitectura (1849), John Ruskin (1819-1900) teorizó sobre la arquitectura y aportó grandes ideas en la restauración de edificios: materiales de buena calidad, de los volúmenes limpios y poderosos y de la belleza como algo inspirado en la naturaleza. Ruskin consideraba al edificio como un ser humano, que con el paso del tiempo se deteriora, y que el hombre no debía intervenir en el proceso. Fue uno de los primeros en dar a la ruina materialización de lo pintoresco. Ruskin intentó revalorizar el trabajo del hombre, el trabajo manual frente al mecánico.

Así como Ruskin teorizó sobre la arquitectura y la restauración, el francés Eugène-Emanuel Viollet-le-Duc (1814-1879), escribió El diccionario razonado de la arquitectura. Admirador del estilo gótico, los conocimientos sobre el mismo eran asombrosos.

Viollet-Le-Duc es el más ferviente propagandista del retorno a lo gótico: lo justificaba diciendo que también el neoclasicismo era una imitación de un estilo antiguo. Partiendo del sistema constructivo gótico, proyecta nuevos edificios en los que emplea el hierro como material básico.

Las restauraciones llevadas a cabo por él, son ideales de los edificios, que no respetan demasiado las aportaciones o anexiones que se hayan hecho con el tiempo. Entre las restauraciones se destacan la de La Magdalena de Vézelay y Notre Dame de París.

En Francia, también las obras más destacadas serán el Teatro de la Ópera realizada por Charles Garnier (1825-1898) y el Sacré Coeur de Perigeux. En cierta manera, el Teatro de la Ópera de París, mantiene una arquitectura que permanece fiel al pasado clásico. Columnas y entablamentos se siguen utilizando sobre estructuras clásicas con armaduras de metal. La decoración indica que se quiere salir del rigor neoclásico.

Dentro del eclecticismo, Théodore Ballu (1817-1888), edifica en París la iglesia de la Santidad Trinidad, fusionando elementos góticos y renacientes.

En Berlín, Paul Wallot (1841-1912) erige el Reichstag, el edificio alemán mas representativo del eclecticismo alemán.

Giussepe Sacconi (1854-1905), realiza en Italia la obra arquitectónica más importante del período: el Monumento a Víctor Manuel II en la plaza Venecia, de Roma. Una imponente masa de mármol con disposición clásica, que imita a los altares helenísticos. La decoración escultórica resulta empalagosa y acumulativa en exceso, siguiendo el carácter reiterativo del diseño arquitectónico.

Sacconi: monumento a Víctor Manuel II o Altar de la Patria

Urbanismo

 En esta segunda mitad del siglo hay novedades urbanísticas.

De 1853 data el proyecto del arquitecto Deschamps de urbanización de la Plaza de la Estrella de París. Ejecutor de las ideas de Georges-Eugène Haussmann (1809-1891), prefecto de Siena. El objetivo era descongestionar el tráfico de la capital francesa.

Para ello se utilizan dos instrumentos: el bulevar y la plaza radial. El bulevar es una calle ancha, con un paseo sombreado de árboles en el centro y calzadas laterales. En esta época se impone la plaza radial (las de Italia, Naciones, Trocadero y de la Estrella). Será la de la Estrella que exprese la monumentalidad de París, dadas las enormes perspectivas que proporcionan las doce calles que de ella parten, entre ellas la Avenida de los Campos Elíseos.

En España, particularmente en Cataluña, merece mención el Plan Cerdá, idea del arquitecto catalán Ildefons Cerdá (1815-1876), desarrollado en Barcelona. Data de 1858, trazó un plan de damero paralelo al puerto, con una gran vía diagonal que permite el desplazamiento rápido a lo largo de todo el conjunto urbano. Resolvió las encrucijadas creando plazas ochavadas, puesta chaflanó las esquinas.

En Madrid, en 1857, se trazó la plaza Puerta del Sol, en forma de media luna y despiezo radial de las calles. Entre 1857 y 1862, los arquitectos e ingenieros Lucio del Valle, Juan Rivera y José Morer llevan a cabo la reforma de la plaza, dándole su fisonomía actual.

Entradas recientes

Designed with WordPress

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar