Título: Bóveda de la Capilla Sixtina y Juicio Final

Autor: Miguel Ángel (1475-1564)

Cronología: 1508-1512/1536-1541

Técnica: pintura al fresco

Medidas: 13 x 36 m (bóveda); 13 x 12 (ábside)

Localización: Capilla Sixtina del Vaticano, ciudad del Vaticano, Italia.

Biografía

Miguel Ángel fue pintor, escultor, arquitecto y dibujante. Durante su infancia y juventud estuvo relacionado con el selecto ambiente de la familia Medici en Florencia, mientras aprendía el oficio de pintor en el taller de Ghirlandaio y de escultor en la escuela de los jardines de los Medici, dirigida por Bertoldo di Giovanni

Al fallecer su mecenas, Lorenzo de Medici, en 1492 Miguel Ángel se trasladó a Bolonia, donde residió hasta 1496. Ese año, se trasladó a Roma, donde consolidó su reputación realizando encargos papales.

Descripción

El enorme espacio en planta fue divido en el techo de la bóveda, a través de diez arcos fajones pintados, en nueve sectores transversales que, a su vez, se subdividen en tres registros por la intersección de falsas cornisas.

Miguel Ángel dispuso las figuras sobre esta arquitectura pintada, a la que incorporó, en escenas de los recuadros centrales, sencillos fondos paisajísticos. En el resto de las escenas, y en ele gran fresco del Juicio Final, el autor sitúa los personajes sobre perfecta representación de la anatomía y el volumen del cuerpo humano. Los personajes aparecen robustos y musculosos. Miguel Ángel incorpora así el espíritu de las obras de la antigüedad clásica y muestra, asimismo, su importante faceta como escultor

Otro buen ejemplo de esta combinación de volumen dinamismo y expresividad es La creación de Adán, el fresco más famoso del conjunto. En él se consigue transmitir la trascendencia de uno de los momentos más importantes de la tradición judeocristiana.

Esta técnica tiene su punto culminante en los más de 400 personajes representados en el Juicio Final. Las figuras emergen de un cielo azulado en el que flotan con una seguridad y energía extraordinarias. Los diferentes personajes están situados en diversos planos, pintados mediante escorzos acentuados que anticipan el Manierismo y el Barroco y que crean una sensación extraordinaria de movimiento y refuerzan la tensión y el dramatismo de la escena. A ello también ayuda la impresionante expresividad de sus rostros (terribilitá), sobre todo el de Cristo.

En cuanto al color, destacan el violeta y el verde (colores litúrgicos) en la bóveda, y los ocres en las encarnaciones de los cuerpos desnudos del Juicio Final. A instancias de la congregación del Concilio de Trento, el papa Pablo IV ordenó, en 1564, retocar la obra y cubrir en parte la desnudez de los personajes. A finales del siglo XX se restauraron las pinturas. Una vez restaurados los frescos, la bóveda y el Juicio Final ofrecen un cromatismo fuerte y luminoso, de acuerdo con la visión original del conjunto.

Temática

Para la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, el artista ideó un extenso y completo programa iconográfico bíblico dividido en tres registros. En el primer registro, arrancando desde las pareces, surgen a ambos lados los lunetos de las ventanas, en los que se muestran los antepasados de Cristo.

En un segundo nivel, también a ambos, lados, se representan personajes que anunciaron la llegada del Mesías: siete profetas, que aparecen en el Antiguo Testamento, y cinco sibilas, sacerdotisas de tradición griega, equivalentes paganos de los profetas.

En el ter nivel, situado en la parte central, Miguel Ángel distribuye el espacio en nueve franjas rectangulares, donde representa pasajes del libro del Génesis: la separación de la luz y las tinieblas, la creación de los astros, la separación de la tierra y el agua, la creación de Adán, la creación de Eva, el pecado original y la expulsión del Paraíso, el sacrificio de Noé, el diluvio universal y la embriaguez de Noé.

Flanqueando estas escenas aparecen, a ambos lados, cinco parejas de desnudos masculinos (ignudis) que sostienen diez medallones, con una representación del Antiguo Testamento.

El fresco del Juicio Final representa la llegada del día en que Cristo valora el comportamiento humano, explicado en el libro del Apocalipsis de san Juan. Preside la escena la figura de Cristo Juez, con la mano derecha levantada con un gesto de autoridad, y acompañado por la virgen.

Alrededor de la figura central de Cristo Juez se representa una corte de profetas, apóstoles y santos, entre lo que se destacan san Pedro, a su izquierda, con las llaves y san Lorenzo y san Bartolomé, este último con el rostro del pintor, a sus pies, con los símbolos de sus respectivos martirios: una parrilla y su propia piel.

 A la izquierda del Mesías se hallan los condenados, que son lanzado al infierno por los ángeles justicieros. En el infierno les espera Caronte, personaje de la mitología grecorromana que con su barca se encarga de llevar las almas impuras ante el juez infernal Minos -en el ángulo inferior derecho, con serpientes alrededor de su cuerpo- y ante Leviatán, el monstruo marino que simboliza el caos, descrito en el libro de Job.

En el lado derecho, Miguel Ángel representa a los salvados, que suben al cielo ayudándose unos a otros.

Finalmente, en los dos lunetos de la parte superior, el artista pinta a los ángeles portadores de los símbolos de la Pasión de Cristo: la columna, la cruz, los clavos y la corona de espinas.

Referencias

Para la creación de esta obra, Miguel Ángel, tomó numerosas referencias, tanto artísticas como literarias. Según los especialistas, el maestro italiano recurrió a los modelos de las estatuas clásicas, así como a los frescos de Luca Signorelli, de la catedral de Orvieto e incluso a las pinturas de El Bosco, para la elaboración de las numerosas figuras.

En cuanto a las referencias iconográficas, parece que es seguro el uso de las diversas fuentes literarias, como la Divina Comedia de Dante, el libro bíblico de Ezequiel y el Apocalipsis de San Juan, además de tomas alguna referencia de la mitología clásica, como el personaje de Caronte  el barquero del Hades.

La influencia de Miguel Ángel en el arte occidental ha sido enorme. Su dominio de la concepción volumétrica del cuerpo humano, conseguida gracias a la realización de estudios anatómico riguroso, ha influido sobre grandes artistas del Barroco, como Caravaggio y Rubens y artistas del siglo XIV como Géricault y Delacroix.

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