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En el pueblo catalán de Tahull, hacia el primer cuarto del siglo XII, dos pintores se encargarían de recubrimiento ornamental de las dos iglesias románicas que Santa María y San Clemente. Estos artistas de procedencia italiana, han incorporado las técnicas expresivas de miniaturistas y muralistas hispanos. El pinto de Santa María, había pintado antes dos conjuntos en Soria y Segovia, es conocido como “maestro de Maderuelo” por la localidad segoviana.

En esta obra tes corrientes artísticas desembocan en esta obra: la bizantina, con su espiritualidad solemne, difundida por todo el Mediterráneo y que el artista aprendió en Italia; la árabe, con su caligrafía ornamental, que rompe el hieratismo de las fórmulas bizantinas y la mozárabe, que en las miniaturas del Beato de Liébana ha conseguido con su sinceridad naturalista dotar a los rostros de una fuerza expresiva poderosa.

Si bien la superficie de un ábside es poco propicia para la expresión plástica, los artistas románicos aprendieron a utilizar su curvatura. La función de cabecera, referencia del altar convirtió el ábside en un lugar clave para las representaciones.

A veces se pueden distinguir tres zonas: la superior, con el cielo y Cristo en Majestad y los evangelistas; en medio, la Iglesia con la virgen y los apóstoles; la inferior, más estrecha, la tierra.

En Tahull, solo están representadas las dos primeras. En la parte superior destaca la figura de Cristo en Majestad en una mandorla, rodeado de cuatro ángeles que presentan los símbolos de los evangelistas. En la parte cilíndrica del ábside una arquería enmarca a los apóstoles, y en medio de ellos, la virgen que sostiene un grial. En la clave del arco de acceso hay una representación del creador. En el arco, la escena de Lázaro, exalta los convencionalismos del estilo.

La virgen, hierática, de rostro largo, recuerda las fórmulas bizantinas, pero con ojos intensos y rasgos faciales subrayados, rasgos d ellos muralistas hispanos. El artista contó con colaboradores no dotados, como surge de las pinturas de los serafines o las escenas del arco.

El Cristo Pantocrátor es un dios cercano que muestra su poder en sus ojos penetrantes y su acercamiento a las criaturas en los gestos de sus manos, alzada en gesto solemne la derecha, mientras en la izquierda sostiene el libro con la leyenda “ego sum lux mundi” (Yo soy la luz del mundo)

En un mundo de mayoría de analfabetos la función de las imágenes como este mural poseen triple función: didáctica, moral y decorativa.

La función didáctica y moral de adoctrinar, está presente en la imagen de Cristo sentado sobre la bóveda celeste, principio y fin de todas las cosas (α, alfa y omerga Ω se aprecian ambos lados de Cristo), transmite autoridad. Por otra parte María y los apóstoles representan a la Iglesia como testigos de la fe e intercesores.                                                                                   

Relacionado con la función moral, es la representación apocalíptica de Cristo rodeado del Tetramorfos, que vendrá al final de todos los tiempos.                                                                       

Función recreativa. Los colores que crean una atmósfera especial dentro del templo.

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