Picasso está directamente implicado en el nacimiento del cubismo, sin embargo, es un pintor de difícil clasificación. Su obra señala un punto de no retorno para la pintura. Renovador incansable, es difícil encontrar una línea en la evolución de su arte; son más perceptibles las rupturas, incluso la apertura de fronteras nuevas en diferentes momentos.

Pablo Ruiz Picasso nació en 1881, en Málaga, pero la formación de Picasso se efectúa en La Coruña y Barcelona, en el ambiente académico de su propio padre, que era catedrático de dibujo – artista José Ruiz Blasco-. En el fondo será siempre un extraordinario dibujante, de una técnica esencialmente clásica. A los dieciséis años pinta la tela Ciencia y caridad. En 1895 se trasladó con su familia a Barcelona, donde el joven pintor se rodeó de un grupo de artistas y literatos, entre los que cabe citar a los pintores Ramón Casas y Santiago Rusiñol, con quienes acostumbraba reunirse en el bar Els Quatre Gats.

Entre 1901 y 1904, Pablo Picasso alternó su residencia entre Madrid, Barcelona y París. Tras una serie de influencias (modernista, fauvista, divisionista), su pintura ingresa en la etapa denominada período azul, fuertemente influida por el simbolismo. En la primavera de 1904, Picasso decidió trasladarse definitivamente a París y establecerse en un estudio en las riberas del Sena.

El hallazgo del valor simbólico del azul, se efectúa en Barcelona, pero es en París donde construye mediante una monocromía azul, elegida por su atmósfera calmante, la melodía de las líneas y su esencial simplicidad.

Asocia el azul a los seres desheredados y macilentos; es el olor de la tristeza. A los veinte años se ve acometido por la desesperación y contempla la vida desde un ángulo pesimista que le inclina a la denuncia de las miserias: mendigos y mujeres vencidas por la vida, trágicos ciegos, figuras tristes de cabezas tronchadas, componen su iconografía.

El símbolo de este mundo melancólico será el circo ambulante, con sus juglares errantes, hambrientos y demacrados. En los temas de mendigos y desvalidos alcanza una intensidad dolorosa casi expresionista. Incluso sus Maternidades rehúyen cualquier connotación de alegre ternura para plasmar la inquietud por la salud o la alimentación del hijo. El dibujo es severo, los elementos del cuadro, los imprescindibles; es una pintura en huesos, igual que sus personajes. Realidad más descarnada cuando incluso prescinde del color.

En la capital francesa trabó amistad, entre otros, con el poeta Guillaume Apollinaire. Su pintura experimentará una nueva evolución, caracterizada por una paleta cromática tendente a los colores tierra y rosa (período rosa). A partir de 1905 comienza este nuevo período, con colores suaves y claros, predominio de personajes circenses y un sentido poético más armonioso e idílico. Realiza los Arlequines, cuyo multicolor vestido tanto se prestaba a la fantasía del pintor. Más que por la modificación del cromatismo se distingue este período por la evolución desde las formas angulosas y escuálidas a las más graciosas y llenas, más tranquilas.

La corriente de exotismo había introducido en Europa la escultura negra que trataba la figura a base de planos angulares y se va a notar en sus obras.

En este momento, 1906, comienza el trabajo de las llamadas Demoiselles d’Avignon, en realidad, prostitutas de la calle Aviyó de Barcelona, obra que presentará en la exposición conmemorativa de Cézanne en 1907. La influencia del arte negro es clara en las caras de la parte derecha del cuadro, mientras que en las otras se ha querido ver recuerdos de la escultura ibérica. La obra no puede considerarse todavía cubista, pero supone una verdadera revolución al eliminar prácticamente el espacio en profundidad y realizar una representación casi bidimensional, o mejor, una representación o construcción a base de elementos geométricos, pues las relaciones se establecen entre planos fragmentados y cortados angularmente. Lo que importa es la composición clara, no ficticia, y por ello se encuentran simultáneamente elementos de frente y de perfil.

En esta obra cumbre confluyeron numerosas influencias, además del arte africano e ibérico y elementos tomados de El Greco y Cézanne. Bajo la constante influencia de este último, y en compañía de otro joven pintor, Georges Braque, Pablo Picasso se adentró en una revisión de buena parte de la herencia plástica vigente desde el Renacimiento, especialmente en el ámbito de la representación pictórica del volumen. Las tramas geométricas eliminan la profundidad espacial e introducen el tiempo como dimensión al simultanear diversos puntos de vista: era el inicio del cubismo.

Esta obra es un punto de partida para una evolución que debía culminar en sus primeras pinturas cubistas de 1909 en los Paisajes de Horta de Ebro (Tarragona). La influencia de Cézanne es clara, tanto por la sensación de dureza como por el tratamiento formal, esencialmente plástico. La forma es destruida para mostrarla desde distintos puntos de vista que no serían conciliables en una representación tradicional; la imagen aparece como reflejada en un espejo roto (bodegones, mujeres 1908, mujeres 1909, obras varias).

Entre 1909 y 1911 aproximadamente se habla de un cubismo analítico: descomponer al objeto en tantos planos como puntos de vista tenga para conseguir una visión global del objeto. Se intenta un análisis exhaustivo del asunto representado. A veces la composición lleva a la figura a extremos de escasa legibilidad, rozando los límites de la abstracción. En todo caso, sin embargo, existen elementos significativos: nariz, ojos, cuerdas de violín o de guitarra, cuello de botella, fragmentos impresos. No se trata de una representación natural sino de una imagen mental; el artista muestra una libre asociación de elementos que sabe que constituyen el objeto. El resultado es un entrecruzamiento y superposición de planos geométricos a los que da consistencia un color sobrio de ocres y tierras.

Entre 1912 y 1914 surge el cubismo sintético. La confusión había llegado tan lejos que se hacía necesario hacer más legible el objeto. Para ello se hace una selección de los puntos de vista más importantes del objeto, una síntesis, al tiempo que se introducen fragmentos de la realidad en el cuadro, como trozos de periódico, los papiers collés, que serán después utilizados por el Dadaísmo y Surrealismo. Aparece de nuevo el color.

En 1915 su cubismo toma formas estilizadas y se construye mediante planos de cromatismo uniforme (Arlequín, Músicos, Mujer con mantilla).

Al término de la Primera Guerra Mundial, sufre una metamorfosis su pintura: la temática cambia, y su obra se corresponde con un periodo neoclásico.

Pero poco más tarde, hacia 1924, algunos autores hablan de una fase surrealista. Tiene admiración por los teóricos y por la obra de Arp y Miró. Su amor por la vida no le oculta la situación prebélica en que de nuevo se encuentra Europa. Para Picasso la pintura es un conjunto de signos, y la modificación de las formas es el lenguaje con que expresa la angustia de la época. En Mujer sentada al borde del mar transita del cubismo al expresionismo mediante la metamorfosis: la anatomía humana se estremece con elipses y se eriza en ángulos dramáticos.

Las varias mujeres -tuvo siete parejas y con las que Picasso establece relación en estos momentos le sirven de inspiración para sus retratos. Al decir de una de sus amantes, Dora Maar: “Cada vez que Picasso cambiaba de mujer, todo cambiaba. Se trasladaba a otra casa, cambiaba de amigos, de perro, y por supuesto, de estilo”. Fernande Olivier; Eva Gouel; Olga Khokhlova primera esposa, fue musa y modelo de varios de sus cuadros; Marie-Thérèse Walter; Dora Maar, quién documentó el proceso de creación del ‘Guernica’; Françoise Gilot (fallecida en 2023); Jacqueline Roque, fue su segunda y última esposa. Picasso tuvo 4 hijos. Paulo, de su relación con Olga. “Maya” (María de la Concepción ) con Marie-Thérèse. Maya fue retratada por su padre en varias ocasiones: ‘Maya con muñeca’ (1938) o ‘Maya con muñeca y caballo’ (1938). Falleció en diciembre de 2022 a los 87 años. Claude y Paloma, nacido de su amorío con François. Claude falleció en 2023, mientras que Paloma, la menor de los hijos de única sobreviviente, actualmente diseña joyas para Tiffany & Co.

Aunque se mueve en los presupuestos del expresionismo, en ningún momento se ata a una disciplina de escuela. En La Musa vemos como la figura humana, dentro de esta metamorfosis, se convierte en una estructura de trazos angulosos y agudos de una violencia que refleja un espíritu atormentado. La deformación de la figura humana va acompañada de la deformación significativa de los objetos: espejos, mesa.

La Guerra Civil de España le produce una honda amargura, que deja reflejada en La mujer llorando, tema que repite con asiduidad. En enero de 1937 el gobierno de la República le encarga una obra con destino al pabellón de la exposición de París que debía referirse a la guerra civil. El bombardeo y destrucción de Guernica, el 26 de abril, estimula definitivamente al pintor a realizar la obra, que recibe el nombre de la villa vasca. Después de veinte ensayos o bocetos totales o parciales (lo que explica la magnífica composición de formas y colores conseguida), la obra pasa al museo de Nueva York, y es donada al pueblo español con dos condiciones: restablecimiento de la república y ubicación en el museo del Prado. La pintura tiene un significado universal. En ella, cual nuevo Goya, se expresa un problema: la guerra, la brutalidad, la fuerza y el dolor, la angustia, la destrucción y la muerte que de ella se derivan. Pero también su autor afirmó la esperanza de una solución: la luz de la libertad, que brillará cuando el poder militar termine.

El simbolismo de los distintos elementos sigue siendo discutido, si bien Picasso manifestó que se trataba de una alegoría general y no explicó significados concretos. En todo caso, parece que la tendencia expresionista, que nunca llegó a desaparecer de sus cuadros, surge con fuerza extraordinaria aquí, superando y aprovechando los datos iniciales de un lenguaje cubista muy degenerado. Así se explica la tonalidad casi bicromática de la obra y las deformaciones que provoca el terror de la atrapada por el incendio, el llanto de la madre por el hijo muerto, la desesperación de quienes tratan de escapar o el inmenso y doloroso grito del pueblo simbolizado en el caballo.

En cuanto al simbolismo de las figuras, hay diversas interpretaciones, e incluso el propio Picasso dejó las puertas abiertas para ello. Las mujeres y los niños, simbolizarían a las víctimas de la guerra; el guerrero caído a los soldados muertos y la mujer de la lámpara a la esperanza. La figura del toro podría tener un doble sentido: una alegoría de la muerte; al toro no le importa el horror; o bien una imagen heroica del pueblo español que será capaz de arropar a los débiles. En cuanto al caballo puede significar la España fascista que pisotea al guerrero o ser el símbolo del dolor y la agonía.

Finalizada la Guerra Civil española, en 1939, a los pocos meses de inicia la Segunda Guerra Mundial, lo cual genera en el artista que siga pintando símbolos del sufrimiento. Este nivel de queja es muy intenso en Cráneo de buey, ante una ventana cerrada -muerte, soledad, desesperanza-, cuadro en el que el dolor por la guerra se intensifica por la reciente muerte de su amigo Julio González. En 1951, su militancia comunista le hace alinearse, una vez más, en contra de la guerra al pintar Matanza en Corea.

Cuando en 1955 Picasso se traslada a vivir a Cannes, comienza un acercamiento a los clásicos, en el que reinterpreta obras maestras de artistas como Delacroix, del que escoge Mujeres de Argel; Manet, del que reinterpreta Desayuno en la hierba; David, del que escoge El rapto de las Sabinas.

A partir de 1957 trabaja en la serie de Las Meninas, contrapunto de las concepciones espaciales y humanísticas de Velázquez. Frente a la obra de Velázquez, de una concepción tridimensional del espacio, mediante la intersección de dos paredes y un techo de la habitación, para Picasso el espacio es la manifestación de una sustancia única “espacio tiempo”, en el que los objetos son solamente curvaturas particulares de esa sustancia, donde se procede a conformar una región del Universo organizando el espacio libremente. Velázquez tiene una valoración visual del fenómeno luminoso, que contribuye al modelado de los volúmenes; Picasso prescinde de la luz como fenómeno evidente, apoyado en las discusiones físicas sobre la luz, y diseña espacios sin luz o luces que se rigen por leyes que no son las que los ojos les otorgan. Para Velázquez el ideal de la representación de la anatomía humana viene dado por la proporción entre los miembros, la corrección de los rasgos, las expresiones serenas. Para Picasso, el artista no debe atarse a los datos de los sentidos; además, al modificarse la anatomía humana puede penetrar en el mundo oculto del siquismo, por lo que se puede romper con las representaciones convencionales del hombre.

Convertido en una leyenda en vida y en el epítome de la vanguardia, el artista se retiraró al castillo de Vouvenargues, donde el creador continuó trabajando incansablemente hasta el día de su muerte en 1973.

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